Daniel Alberto Cardona Gòmez
Donde
su fuego nunca se apaga, tituló
así la escritora británica May Sinclair a tan singular relato considerado por Borges
(1935) como el cuento más memorable de la historia dada su notoriedad y
carácter alucinatorio. La narración inicia presentando a Harriet, la
protagonista, a quien la describe como una joven mujer enamorada de Jorge,
hombre con el que se casaría arrastrada por la atracción y el amor, el cual tomaría
un Buque prometiéndole regresar tres meses después, momento en el que
contraerían nupcias; sin embargo, Jorge no regresa con Harriet puesto que muere
ahogado en el Mediterráneo.
Harriet
encontraría en Stephen, cinco años después, una oportunidad de amar, pero éste
se decide finalmente por otra mujer abandonando a Harriet. Luego es el turno de Oscar, quien a pesar de
estar casado sostiene con ella un largo romance; Harriet espera a que la
enfermedad que padece la esposa de Oscar finalmente permita que no exista
obstáculo alguno entre los dos, sin embargo, el principal obstáculo entre ellos
es la aburrición y la monotonía. Oscar muere antes que su esposa. Harriet se
convierte pasados los años en la fiel asistente del párroco; con quien antes de
morir confiesa todo, menos su historia con Oscar.
Es
aquí donde la historia se torna esotérica, Harriet muerta empieza un recorrido
por el tiempo en el que viaja por momentos y lugares que fueron representativos
en su vida, sin embargo, es Oscar el protagonista en cada uno de estos
momentos, Harriet viaja hacia el pasado intentando huir de este espectro mas no
lo logra, el mismo Oscar le reafirma que huirle es imposible pues éste es el
infierno.
Finalmente
Harriet continúa retrocediendo en el tiempo hasta llegar a sus más tiernos
recuerdos de infancia en donde reconoce un portón gris donde espera encontrar a
su tierna madre del otro lado, al cruzar dicho portón reconoce ella que se
encuentra de nuevo en el pasillo del hotel de parís en donde viajo con Oscar.
La
autora de este cuento May Sinclair simpatizaba con el feminismo y con el psicoanálisis,
cuentan algunos biógrafos que en sus ratos libres escribía sobre idealismo
alemán, es quizá por todo lo anterior que ella poseía una creatividad poco
común, como bien se aprecia en este planteamiento no dantesco del infierno, el
suplicio, el amor y el infinito.
En
la Divina Comedia, el florentino
Dante plantea la descripción del infierno como un lugar de suplicio en donde
las almas son antropomorfisadas igual que los suplicios, de esta manera, se
describen como ríos de sangre hirviendo torturan a los herejes e impíos. Por
otra parte, el infierno de Sinclair parece ser, por decirlo coloquialmente,
hecho a la medida del condenado puesto que responde a las faltas particulares
de la vida humana en situación, no es un espacio para el suplicio de muchas
almas, éste infierno no es un espacio diferente del mundo cotidiano, es un
infierno inmanente e individual.
Sin
embargo, lo que a mi juicio es más significativo resaltar del infierno de
Sinclair es el hecho de que el suplicio es totalmente psíquico, me viene a la
mente el mito de Sísifo quien trasporta la pesada roca una y otra vez hasta el
infinito, el suplicio es precisamente el sinsentido de una eternidad circular,
de un tiempo circular; sin embargo, el castigo de Harriet es aún más rico en
pesadumbre, la idea del amor frustrado por la implacable fuerza del destino, de
encontrar lo anhelado y saber que, como lo diría Kundera, no existe nada más
insoportable que la levedad del Ser.
Su
amor, ese amor monótono y circular encarnado en Oscar, será ese fuego que en el
infierno del tiempo jamás se pagara.
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